martes, 30 de diciembre de 2014

La sombra.


Corría como una condenada pero él la ganaba siempre. Hasta que un día, cuando ya no pudo correr más, se quedó postrado en una cama como tantos viejos y no le quedó más remedio que dejarla estar, allí con él, aquella sombra que era suya y nada más que suya.

lunes, 22 de diciembre de 2014

La canica.


La curiosidad del niño que miraba la canica rodar y rodar le llevaba a estudiarla observando las formas de colores del interior, comprobando si rodaría igual sobre la madera del salón que sobre la baldosa del pasillo. La miraba pensativo, con cierto gesto de fastidio. De repente se levantó del suelo con decisión, cogió el martillo del padre y la golpeó con todas sus fuerzas. Aquello no aclaró nada pero él durmió a pierna suelta convencido de que las canicas rodaban porque sí, tal como había dicho su padre.

lunes, 15 de diciembre de 2014

Pobre hombre.


Era tan tonto que se creía un genio y tenía tanto miedo de que el mundo copiase sus ideas que dejó de compartirlas. Empezaron a agolpársele en la cabeza y notaba que, contra su voluntad, a veces se le escapaba alguna al bostezar o al hablar. Decidió entonces cerrar para siempre la boca y la puerta de su casa hasta que un día, mientras comía patatas cocidas, sintió que las ideas descendían, como arañitas con vida propia, atravesando músculos y terminaciones nerviosas, hasta llegar a mezclarse con el bolo alimenticio que estaba masticando. Y es así como se destruyeron trituradas, junto con la masa de patatas, una a una, todas las ideas de este pobre hombre, hasta acabar ya sabemos dónde.

martes, 9 de diciembre de 2014

La operación.


Se lo diré al cirujano, es mi única oportunidad:

- Lo tengo ahí desde niña, ¿sabe? Para usted sería muy fácil, es un nudo, sólo tiene que arrancármelo, está aquí, en el pecho, y me sube a veces hasta la garganta. Desde niña lo tengo…

El hombre desinfectado ignora mis palabras, lo escucho hablar desde detrás de la mascarilla pero no me habla a mi. Veo guantes de látex, batas esterilizadas, todo huele a plástico, me tapan la boca, el nudo seguirá ahí, ya no puedo decir nada más, cuento hacia atrás; diez, nueve, ocho, siete…

lunes, 1 de diciembre de 2014

El escritor.


Esa misma mañana, harto de no entender de dónde salían las palabras, cansado de ser el negro de no sabía quién, decidió trazar un plan estratégico para asesinar vilmente al apuntador que vivía en su cabeza.