Mi
padre era un ladrón de guante de látex y media rota que atracaba
farmacias para conseguir las pastillas que le recetaban a su madre.
Para lo único que mi abuela no necesitaba pastillas era para dormir.
Gracias a su narcolepsia yo podía hurgar en los montones de cajas
hasta encontrar los somníferos para el insomnio crónico que
desarrollé a causa de los palos de mi padre, que antes de ser ladrón
era farmacéutico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario