lunes, 9 de marzo de 2015

El parque que fue.


Con mucha ilusión llevé a mi pequeña a conocer el enorme y maravilloso parque en el que jugaba de niño. A ella le pareció inmenso, disfrutó y corrió descubriendo cada rincón como si fuese un universo mágico. Yo, sonriente, me quedé mirándola sentado en un banco, sin dejar que se notase la ridícula decepción que sentía por haberlo encontrado tan reducido y pobre y por ser un gigante al que ya no le está permitido volver a entrar en el mundo de Liliput.

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